26 ago 2008

La Derrota de las FARC

Por: Fausto Maso
El combate en que murió Raúl Reyes fue calificado de traicionero y su muerte de asesinato. Se ha criticado que lo atacaran mientras dormía, como si la guerra en Colombia fuera un western donde el bueno enfrenta al malo en la calle principal y la guerrilla tampoco atacara por sorpresa y con nocturnidad. Todo esto sirve para disimular la derrota militar de las FARC.

Cuando acabe el revuelo diplomático quedará algo claro: Raúl Reyes fue dado de baja definitivamente, según la forma peculiar con que los militares colombianos aluden a su muerte como si lo hubieran sacado de la plantilla de un equipo de fútbol. El minuto de silencio se prolongará en la eternidad y a los otros jefes de las FARC no les dispararán con balas de goma: los quieren matar, parece. Hay una guerra en Colombia y la está ganando Álvaro Uribe. No hay guerra humanitaria ni balas disparadas con buena intención. Cuando uno de los que combaten se queja del daño que le inflige el enemigo está confesando su derrota.


En otros tiempos las FARC lanzaban cohetes contra el Palacio de Nariño, impedía circular por las carreteras, cercaba las grandes ciudades. El Plan Colombia ha sido un éxito militar. A los guerrilleros se les ofrece recompensas para que dejen las armas o suministren informaciones. La paz llega cuando una de las partes acepta la derrota y las condiciones de la fuerza victoriosa. Las FARC buscan en las negociaciones humanitarias ganar tiempo, el Gobierno colombiano acepta la liberación de los rehenes para no ofender a la opinión pública, pero busca una solución militar, porque sabe que por primera vez posee una ventaja decisiva.


Pastrana negoció desde una posición de debilidad, hizo el ridículo. Álvaro Uribe ganó las elecciones ofreciendo derrotar militarmente a las FARC. Negociará sólo la rendición de la guerrilla. Chávez lo sabe. Como un gran jugador de póquer alardea sin tener cartas en la mano; para asustar a sus adversarios, moviliza tropas, amenaza con nacionalizar empresas. Se comporta como un hábil político, sólo que el venezolano de la calle dirá como aquel filósofo de la política ¿Con qué se come eso? ¿Qué gana Venezuela con que a Chávez lo aplauda el mundo árabe porque compare a Colombia con Israel. Nada. No tenemos vela en el conflicto del Mediano Oriente ni en la muerte de Raúl Reyes, quien murió en su ley, en combate y nunca pretendió terminar su vida en una cama. Chávez maniobra para volver la muerte de Reyes una victoria política.


Los transportistas de huevo, leche y carne, pagan los platos rotos en la frontera. De nuevo, ¿con qué se come eso? ¡Con desabastecimiento! Aunque quizá en este momento los transportes de alimentos ya estén atravesando Táchira. No hay que alegrarse por la muerte de Reyes ni olvidar la responsabilidad de los paramilitares en la tragedia del país vecino.


Quizá el Gobierno colombiano no pueda acabar con las FARC, pero las está arrinconando en las zonas selváticas, aislándolas políticamente y obligándolas a buscar salidas políticas. Otra cosa: la doctrina de la persecución en caliente la invocó el Ejército venezolano frente a los ataques de la guerrilla. Hoy la aplica Bogotá y provoca como es natural el rechazo de Ecuador. Álvaro Uribe no envía tropas a la frontera con Venezuela e intenta establecer un diálogo con Nicaragua y con Ecuador en el grupo de Río y en la OEA, sin tomar en cuenta a Caracas. Intenta ignorar o minimizar, pues, a Chávez.

11 ago 2008

Daniel Ortega y las Farc

Por: Cristina Chamorro

Después de leer el testimonio de Ingrid Betancourt sobre las crueldades infernales sufridas por ella y otros rehenes en manos de la FARC, es acertado hacer propia la conclusión de Mario Vargas Llosa en su artículo ''Operación Jaque'', quien dice: ``Esperamos que nadie --nadie que no sea imbécil o cómplice-- pretenda todavía presentar a las FARC como romántico movimiento de idealistas que han tomado las armas para luchar por la justicia y la igualdad de los colombianos''.


Tras el espectacular rescate de los secuestrados, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, rectificó su posición con pragmatismo, a pesar de su evidente complicidad encontrada en las computadoras incautadas a los terroristas. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, inmediatamente se sumó al repliegue táctico de Chávez. Ambos mandatarios ahora públicamente piden a las FARC desarmarse y entregar sus rehenes sin condiciones.


Para vergüenza de Nicaragua, el presidente Daniel Ortega es el único jefe de Estado que se quedó solo en su cruzada a favor de la barbarie de sus llamados ''hermanos'' terroristas de las FARC. ¿Por qué este suicidio político de Ortega? ¿A qué apuesta con su obsesión de apadrinar una organización internacionalmente catalogada de criminal? ¿Adónde va su complicidad con el narcoterrorismo? ¿Por qué se identifica tanto con el ''infierno verde'' descrito por Ingrid?


La propia Ingrid en su testimonio nos da la respuesta a una de estas preguntas: ¿Por qué Ortega se identifica con los terroristas de las FARC como hermanos? Betancourt dice que las FARC es una organización de ''autistas'' quienes sólo se escuchan a ellos mismos, en este caso, en el lenguaje de la violencia y del terror o, como Ortega lo diría en su idioma, con el ``acero de la guerra''.


Según los especialistas, el autismo es una enfermedad del cerebro que se caracteriza por un comportamiento repetitivo, intereses limitados u obsesivos; incapacidad para comprender el dolor de los demás y su entorno social. Usan lenguaje estereotipado, son poco flexibles y apegados a rutinas específicas o ritos. Les gusta aislarse con tendencia a no escuchar a los otros. En Nicaragua y el mundo hay miles de víctimas del autismo, que merecen nuestra solidaridad y compasión.


Sin embargo, los casos de las FARC y Ortega son diferentes porque es un autismo político, con un alto ingrediente de culto a la personalidad y actúan desde una visión de guerrilleros, al margen de la sociedad y la realidad mundial. Ellos manejan instrumentos de poder y en su desorden mental los utilizan en contra de dos pueblos inocentes: el colombiano y el nicaragüense. Ortega se ve a sí mismo como un miembro ''hermano'' más de las FARC, porque comparten la obsesión de vivir en un estado de guerra contra la democracia y la libertad de sus pueblos.


Ortega en su hermandad con los narcoterroristas de Colombia encuentra una oportunidad más para crear tensiones al interior del país, poner a la defensiva a los nicaragüenses con la pretensión de agotarnos y tener otra excusa para atacar a la comunidad cooperante que no lo respalda en su promoción del terrorismo. Con esto y su determinación de contaminar el diferendo limítrofe que Nicaragua y Colombia dirimen en la corte de La Haya, persigue justificar acciones para imponer sus dos obsesiones patológicas: revertir los avances democráticos y libertades públicas alcanzadas y crear un ambiente de guerra y caos para continuar en el poder en el 2011.


Por eso sus permanentes ataques a la libertad de expresión, últimamente con mayor presión sobre el emblemático diario La Prensa, expresiones de la obsesión que tiene por desmontar lo avanzado en 16 años de creciente conciencia democrática que no existía en los ochenta. Y por eso también ese continuo juego inventado de permanente confrontación social, con el que busca eventualmente poder instrumentalizar al Ejército de Nicaragua y a la Policía Nacional en políticas públicas de supuesta seguridad ciudadana y defensa de nuestra soberanía. Y en medio de esa anarquía y desorden introducir reformas constitucionales para su continuidad.


Ortega en su obsesión continuista no escucha a nadie. No tiene oídos ni siquiera para su rico padrino, el presidente Chávez, ni otros líderes del FSLN y menos para el clamor del pueblo por la inflación, la carestía y altos precios de los alimentos. Es claro que sin sus ''hermanos'' de las FARC, Ortega se queda solo con sus tambores de guerra y una excusa menos para atizar el conflicto nacional y regional que necesita para establecer en Nicaragua ese ''infierno verde'' de las FARC con 24 horas de cadenas al cuello de nuestras libertades públicas, cadenas de hambre y humillación que es lo que significaría el continuismo de Ortega en el poder.


Como dijo Ingrid, no descansemos hasta liberar a todos los secuestrados de la ignominia de la selva, rehenes símbolos de otros pueblos como Ortega quiere tener a Nicaragua.

1 ago 2008

¿De qué dignidad hablará Cano?

Por: Valentina Diaz Gomez
Las Farc reafirma que continuará con la "lucha" armada en Colombia y consideran que tienen plenos derechos a secuestrar ciudadanos inocentes, violar los derechos humanos, hacer masacres, reclutar niños y a producir cocaína para distribuir a todo el mundo. Presidentes como el de Nicaragua que los considera sus hermanos, del Ecuador, Bolivia y Venezuela, algunos medios de comunicación como Telesur, los apoyan y aplauden abierta o solapadamente, mientras que el pueblo colombiano, no el gobierno, los rechaza en monstruosas manifestaciones de protesta contra el secuestro y la violencia. No hay peor sordo que el que no quiere ver y peor ciego que el que no quiere ver. Repugna el regocijo que sienten con la violencia.

Sobre las críticas hechas por el líder cubano Fidel Castro a la decisión de las FARC de mantener rehenes civiles en la selva, sentencia que es de todos los colombianos expresada el 4 de febrero y el 20 de julio, de Hugo Chávez y Rafael Correa en varias ocasiones y con ellos todo Europa y América, Márquez sostuvo que "la guerrilla está en todo su derecho de buscar por todos los medios la libertad de los combatientes guerrilleros presos, tanto en las cárceles del régimen como en las del imperio" (Estados Unidos). ¿Los cerca de mil secuestrados, algunos de ellos sacados de viviendas, acaso no tienen derechos a la libertad personal abusivamente aplastada por las farc? ¿Quién autoriza a las farc al ser humano impunemente porque le vino en gana a un grupo de violentos la dignidad de los guerrilleros de las FARC.?

Resultan ridículas las declaraciones transmitida por Telesur al nuevo amo de las farc, cuando este violento personaje advierte que "La lucha armada no está en cuestión". ¿No es cuestionamiento lo que le hizo y seguirá haciendo el pueblo colombiano en sus protestas públicas contra la farc? ¿No son cuestionamiento las afirmaciones de Castro, Chávez y Correa y tanta otra gente de izquierda en el mundo cuando aseguran que la lucha arma es obsoleta y que no tiene sentido en el Siglo XXI? Sin pertenecer al gobierno, sino siendo un simple ciudadano de la patria de que habla en su entrevista es claro que lo más cuestionado que hay hoy en Colombia por un mayor numero de colombianos, es la Farc y sus actuaciones.

"Las causas que la motivaron no se han modificado". Pueda que en parte resulte cierta esta afirmación, pero la pregunta que surge es: ¿Teniendo un millar de secuestrados sufriendo en el monte, negándole su derecho fundamental a la libertad, teniéndolos encadenados, desolando a sus familias y timándoles la oportunidad a una vida digna, se solucionan los problema sociales de Colombia? Ahora, la posición más estúpida es creer que sobre la tierra pueda existir un gobierno, de derecha, centro o izquierda que encierre a sus soldados en los cuarteles mientras existan secuestrados, se produzca cocaína y se pisotee la dignidad de sus gentes. ¿De qué dignidad de la guerrilla hablará Cano?